Me gustaría compartir algo que escribí poco tiempo después de que Ana se fuera, porque sentía la necesidad de soltar toda la rabia que ello me provocaba. Y al final, no hablé de rabia sino de amor. Porque al final eso era Gata para mí: ella era mi lengua y mis ojos, y era capaz de hablar de todo lo que yo nunca me atreví. Gracias Ana, estés donde estés, esto lo escribí para ti: En memoria de una amiga, artista y guerrera. Gata Catanna. Porque tú siempre estas, aunque no estes. A ti te gustaba ponernos a prueba, a todos. Con tus letras. O tu rap. O tu poesía. O tu literatura. O tu historia. Como quisieras tú llamarlo, porque no había palabras para describirlo. Ponernos a prueba y hacer que nos explotara la cabeza porque tú no eras apta para todos los públicos. Y es que a ti, te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo a ellos, que no encontraban en ti los cimientos sobre los que descansar su ideal capitalista. Y lloraban, porque te necesitaban. Hasta ellos te necesitaban. Y es que a ti, te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo a aquellos otros, que por más que buscaban, no encontraban. Mientras tú, astuta (ya lo sabes), los mencionabas (sin mencionarlos). Esquivando sus dardos. Y es que a ti, te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo al pasado, que miraba al frente y te veía y se preguntaba "¿qué tendré yo para que tú (afortunadamente tú) hables de mí?" Pero no hay viajes en el tiempo (mucho cambiarían las cosas) y entonces, a ti, que te gustaba ponernos a prueba, te miraba el futuro. Se lamentaba, ¡cómo se lamentaba! de que ya no respiraras tinta, no sangraras tinta, no latieras tinta. Porque es que a ti, te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo a nosotras, abriéndonos los ojos, las manos, los oídos, las cabezas, las piernas, y la funda de la cattana. Haciéndonos Lisístrata, Campoamor, sí. Pero también gatas, muy, muy gatas. Es por eso que sé que a ti, te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo a ti misma. Inconformista. Guerrera. Luchadora. Eterna. Ni tú podrías describirte, no lo haré yo. Pero Ana, a ti te gustaba ponernos a prueba. Sobre todo a mí, diciéndome que me olvidara de las zonas de confort. Que para ti había sido un placer ser la boca, la lengua, la labia, de mi propio cerebro. Que ya estaba bien de quedarme de brazos cruzados porque sabía de sobra que tú ya exportarías ideas que ni yo sabía que tenía. Y es por eso que te fuiste. Te marchaste porque, brillabas por tantas, que la luz se fundió antes de lo previsto. Y es que a ti, lo que te gustaba era ponernos a prueba.
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